Cada historia cuenta. A través de estos perfiles, celebramos a los empleados latinos de UC ANR y a las familias agricultoras que, con el apoyo de nuestra institución, están transformando sus comunidades.
Aquí compartimos testimonios de cómo la investigación, el conocimiento y la pasión de los profesionales de UC ANR se traducen en beneficios locales y reales: desde campos más sostenibles y productivos hasta espacios de inclusión, pertenencia y oportunidades.
Este año les presentamos dos historias increíbles de dos familias Latinas que han salido adelante gracias a su dedicación y esfuerzo, pero también al apoyo ofrecido por los profesionales de UC ANR.
Enrique Berriozábal: cultivando futuro en el Valle de Coachella
Por Ricardo Vela/ Miguel Sánchez

En el extremo sureste de California, a unas dos horas de Los Ángeles, se extiende el Valle de Coachella: un oasis agrícola en pleno desierto que genera más de 600 millones de dólares en alimentos cada año. Entre sus más de 200,000 acres de cultivos de frutas, hortalizas y dátiles —el emblema de la región— también late la esperanza de cientos de pequeños agricultores, mayoritariamente latinos, que enfrentan grandes desafíos para sostener sus cosechas.
Uno de ellos es Enrique Berriozábal, quien desde niño acompañaba a su padre, Armando, al campo. Lo que inició como un pasatiempo pronto se convirtió en su vocación. En 2010, Enrique comenzó a sembrar okra junto a su padre, expandiendo la parcela familiar de 20 a 70 acres. Sin embargo, pronto tuvo que enfrentarse a un enemigo invisible: el nematodo agallador, una plaga capaz de arruinar la tierra y las cosechas.
El apoyo de la División de Agricultura y Recursos Naturales de la Universidad de California (UC ANR) fue clave. Gracias a la asesoría de Phillip Waisen, especialista en cultivos vegetales, Enrique aprendió prácticas de manejo como el uso de cultivos de cobertura y tratamientos específicos para controlar la plaga. “Ellos carecen de esos recursos, y nosotros estamos cubriendo esa carencia brindándoles apoyo técnico, manejo de plagas y nutrientes”, explica Waisen.

El esfuerzo de Enrique es profundamente familiar. Su madre, Melania, coordina el empaque y enseña a sus hijos el valor del trabajo. “Los que no quieran estudiar aquí van a estar. Este es el trabajo que van a seguir. No vamos a vivir de los demás, vamos a vivir de lo que uno trabaja”, afirma con firmeza.
Hoy, Enrique mantiene vivo el sueño de su padre. Aunque no se considera un gran productor, planea crecer y diversificar su producción con ejote y chile campana. Más allá de los números, su mayor anhelo es que las nuevas generaciones de su familia sigan cultivando esta tierra, conservándola como su patrimonio y legado.
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Ofelia Lichtenheld: cultivando futuro y memoria en el sur de California
Por Ricardo Vela/ Miguel Sánchez

En un rincón del sur de California, Ofelia Lichtenheld ha hecho de su retiro un nuevo comienzo. Fundó El Rancho Los Espíritus Contentos, un espacio donde crecen alimentos, ideas y sueños compartidos. Su propósito es que el rancho se convierta en un lugar de demostración abierto a agricultores hispanos y no hispanos, donde puedan aprender prácticas sustentables y conservar el agua.
Con el apoyo del Instituto de Agricultura Orgánica de UC, Ofelia abre su rancho a otros productores para que vean, toquen y aprendan sobre variedades de agave, un cultivo con un enorme potencial. “Del agave se obtiene medicina, alimento para el ganado, materiales de construcción, biodiésel, platos y papel biodegradable”, explica.
Detrás de esta mujer de ciencia y tierra hay raíces marcadas por la humildad y la resiliencia. Criada en una familia con doce hijos, conoció el hambre desde pequeña y entendió el valor de cultivar lo propio. Aunque la vida la llevó al mundo de la biotecnología y los laboratorios, siempre soñó con regresar al campo.
Hoy, además de agave, Ofelia cultiva olivos y árboles frutales, con la esperanza de que sus cosechas lleguen a las escuelas locales y ofrezcan a los niños frutas limpias y orgánicas.
Ofelia Lichtenheld cultiva mucho más que alimentos: cultiva futuro, memoria y pertenencia. En cada surco y cada fruto también crece la historia de los latinos que siguen dejando huella en California.
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Every story matters. Through these profiles, we celebrate UC ANR’s Latino employees and farming families who, with our support, are transforming their communities.
These stories highlight how UC ANR’s research, expertise, and dedication bring local and tangible benefits—from more sustainable and productive farms to greater inclusion, belonging, and opportunity.
This year, we present two incredible stories of two Latino families that have moved forward thanks to their dedication and effort, as well as the support offered by UC ANR professionals.
Enrique Berriozabal: Cultivating a Future in the Coachella Valley
By Ricardo Vela/ Miguel Sanchez

In the far southeast of California, just two hours from Los Angeles, lies the Coachella Valley: an agricultural oasis in the desert that generates more than $600 million in food each year. Among its 200,000 acres of fruits, vegetables, and dates—the region’s signature crop—live the hopes of hundreds of small farmers, most of them Latino, who face major challenges to sustain their harvests.
One of them is Enrique Berriozabal, who accompanied his father, Armando, to the fields as a child. What began as a pastime soon became his calling. In 2010, Enrique began planting okra with his father, expanding the family’s land from 20 to 70 acres. But soon, he encountered an invisible enemy: the root-knot nematode, a pest capable of devastating soil and crops.
Support from the University of California’s Division of Agriculture and Natural Resources (UC ANR) was crucial. With guidance from Phillip Waisen, a vegetable crops advisor, Enrique learned management practices such as cover cropping and targeted treatments to control the pest. “Small farmers lack those resources, and we are helping to fill that gap by providing technical support, pest and disease management, and nutrient guidance,” Waisen explains.
Farming for Enrique is truly a family effort. His mother, Melania, oversees packing and instills in her children the value of hard work. “Those who don’t want to study will be here. This is the work they will continue. We won’t live off others; we’ll live off what we ourselves produce,” she says firmly.

Today, Enrique keeps alive his father’s dream. Although he doesn’t consider himself a large grower, he plans to expand and diversify with green beans and bell peppers. Beyond production, his greatest hope is that the next generations of his family will continue to farm this land, preserving it as their heritage and legacy.
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Ofelia Lichtenheld: Cultivating Future and Memory in Southern California
By Ricardo Vela/ Miguel Sanchez
In a corner of Southern California, Ofelia Lichtenheld has turned her retirement into a new beginning. She founded Rancho Los Espíritus Contentos, a place where food, ideas, and shared dreams take root. Her vision is to create a demonstration farm open to Hispanic and non-Hispanic growers alike, where they can learn sustainable practices and water conservation.

With the support of the UC Organic Agriculture Institute, Ofelia opens her ranch to farmers interested in exploring the potential of agave. “From agave, we can make medicine, livestock feed, construction materials, biodiesel, and even biodegradable plates and paper,” she explains.
Behind this woman of science and soil lies a story of humility and resilience. Raised in a family of twelve children, she knew hunger early on and learned the value of growing food. Though her career first led her into biotechnology and laboratories, her dream was always to return to the land.
Today, in addition to agave, Ofelia grows olives and fruit trees. She hopes that her harvests will one day reach local schools, providing children with clean, organic fruit.
Ofelia Lichtenheld cultivates more than crops: she cultivates future, memory, and belonging. In every furrow and every harvest, the story of Latinos who continue leaving their mark in California grows.

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